Entre el optimismo tecnológico y el futuro distópico, fue el título elegido para el Seminario organizado por la sección española de la Sociedad Internacional de Derecho Público ICON-S en colaboración con el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales- CEPC- que tuvo lugar el día 19 de mayo de 2022. Celebrado en formato híbrido presencial, en la sede del CEPC, y online, supuso la segunda colaboración entre las instituciones CEPC e ICON-S España, la primera fue el 22 de febrero con el seminario “La toxicidad en las redes”.

El semanario fue inaugurado por la directora del CEPC, Dña. Yolanda Gómez Sánchez y por la directora de IconS-Spain, profesora agregada de Derecho Constitucional y letrada del Tribunal Constitucional español, Dña. Argelia Queralt Jiménez. Su objeto era analizar el presente y futuro de las tecnologías de la información y de la comunicación, y dentro de estas, la singularidad de las redes sociales y de la red de internet. Para lo cual se contó con la presencia de Dña. Catalina Botero, Co-chair de Oversight Board, experta de Global Freedom of Expression, en la Columbia University, y de D. Rafael Rubio Núñez, Profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.

En primer lugar, tomó  la palabra la directora del CEPC para presentar el seminario, a los ponentes y agradecer la acogida que este ha tenido por parte del público, entre los que figuraban personalidades tan relevantes como la magistrada del Tribunal Constitucional español y catedrática de Derecho Constitucional, Dña. Mª Luisa Balaguer Callejón.

Foto: CPEC

En los primeros minutos del seminario la directora de IconS-Spain resaltó la importancia que tienen los constitucionalistas, la disciplina constitucional, en relación con la materia tecnológico-digital, máxime cuando nos acercamos a su incidencia en los derechos fundamentales. En ocasiones tendemos a confundir realidades tecnológicas distintas que sin embargo se encuentran interrelacionadas. Inteligencia artificial y redes sociales sirven de ejemplo a la necesidad del debate serio y riguroso que debemos mantener ante la creciente incidencia de las distintas tecnologías en nuestro día a día.

Desde esta consideración se propone un debate entre los dos ponentes que se estructura en varios apartados: lo bueno de las tecnologías de la información y de la comunicación, entendidas de forma genérica, lo malo de las mismas, las propuestas que podrían hacerse desde la comunidad científica y un turno de reflexiones y preguntas que cerraría el seminario.

Interviene en primer lugar Dña. Catalina Botero señalando el atraso del derecho en el desarrollo de las herramientas analíticas y dogmáticas que representan los desafíos digitales. Es por ello por lo que urge una adaptación del derecho que, sin desconsiderar lo ya aprendido, se adapte a estas nuevas realidades tecnológico-digitales.

Entre las bondades de la red de internet y de su sinergia con las redes sociales, Catalina señala el potencial que estas tienen como medio y/o mecanismo de denuncia de corrupciones, de abusos de poder, de violación de derechos humanos, etc. Enfatiza en la importancia de la naturaleza de internet como una red global, abierta y descentralizada, en definitiva, en su discurso subyace una oda a la neutralidad.

Mientras que fijándose en la parte negativa, la profesora Botero alude a las decisiones de las plataformas en el diseño en tanto a la moderación de contenidos en dos momentos: ex-ante, previamente a poder ser publicados que evitarían que viesen la luz, una especie de censura previa; y ex-post, un control posterior de retirada de contenidos donde se conjuga la inteligencia artificial con la presencia de moderadores humanos tras haber sido denunciados algún tipo de contenidos ya presentes en las plataformas. 

El control de contenidos, las distintas decisiones que algunas compañías ha venido tomando en relación con su moderación y circulación ha impulsado la creación de nichos sociales en las que se congregan intolerancias y fanatismo, donde no se distingue lo fundado en evidencia de lo que no lo es, llegando a afectar a los derechos fundamentales y a los sistemas democráticos, mantiene la ponente. Alude así a los filtros burbuja y a las cámaras de eco. A lo cual se le suma la posición monopolística de determinadas compañías.

La respuesta que nos da para evitar la distopía se sustenta en dos modelos complementarios: uno de autorregulación por las plataformas y otro de regulación por los poderes públicos.

En relación con modelo de autorregulación defiende el modelo que supone tener un organismo externo, autónomo, financiado y con garantías, similar al que tiene la compañía META, que cuenta con consejos externos de regulación, independientes, que usan el derecho internacional de los derechos humanos como parámetro ante un control de contenidos ex-post. Frente a este modelo se situaría el modelo que pretende imponer Elon Musk -si finalmente se queda con twitter-, basado en un control sobre contenidos considerados prohibidos, ilícitos, que en palabras de la ponente desconocería los derechos humanos y haría menos segura la navegación por internet.

Mientras, los modelos de regulación formal los examina a la luz de varios supuestos: comenzando por la Ley de Servicios Digitales- DSA; la ley Bolsonaro o Texas; el modelo Nicaragua; o el Modelo USA… básicamente se trataría de distinguir entre aquellos que le dicen a la plataforma bien que haga lo que quiera o bien le determina las conductas que debe desarrollar.

Cerrando su intervención, Botero alude al papel que han de tener los Jueces ante estos modelos: los jueces y magistrados han de tomar decisiones teniendo en cuenta la arquitectura de internet. Señala que en 1/3 parte del mundo hay independencia judicial y que a veces las sentencias van en contra de las libertades de información y comunicación, de la libre expresión.

A continuación, toma la palabra el prof. Rafael Rubio, quien centra su discurso preeminentemente en la incidencia de las redes sociales en los sistemas democráticos.

En 1998 Pedro de Vega hablaba de que uno de los grandes peligros de la implementación de la tecnología en la democracia era que los cambios sociales no se veían acompañados de una amplitud de cambios en los espacios políticos. Este problema lo seguimos teniendo en la actualidad en tanto que las instituciones siguen sin encontrar un modelo para adaptarse al cambio social profundo que ha vivido la sociedad ya desde el siglo XX, y que sería puesto de relieve por Giddens en el año 2000, al señalar que los viejos mecanismos de poder no funcionan en una sociedad en el que los ciudadanos viven en el mismo entorno informático.

Estas dos consideraciones, concluye el ponente, ponen en juego un modelo de democracia representativa que se presuponía ideal en un ámbito en el que no existía la tecnología de la que hoy disponemos. Modelo que hasta finales del s. XX no había sido necesario defender en términos teóricos, sino en términos tecnológicos o pragmáticos.

Desde esta perspectiva nos enfrentamos al objeto de este seminario, que debemos situar cronológicamente a finales del s. XX hasta la actualidad y ponerlo en relación con los problemas que se si bien tienen una base tecnológica clara, estos se remontan antes de las redes sociales, hacia 1974 con Ted Nelson, quien decía que si uno quiere entender el futuro de la democracia tiene que entender los ordenadores.

A partir de estas consideraciones, Rafael Rubio ordena su ponencia entre varias corrientes de pensamiento: optimistas y pesimistas y en el medio los moderados, en su relación con la democracia y las tecnologías.

Los ciberoptimistas se centran en las ventajas de las tecnologías para la democracia y que basan en 5 puntos conectados: la universalidad del acceso a la información: cualquiera puede tener acceso a la información e incluso surge la idea de periodista ciudadano; la opinión pública aumentaría el pluralismo: al tener más fuentes alternativas y nuevas formas organizativas que permiten estructural las opciones políticas de maneras diferentes a las tradicionales de los partidos políticos; mejora del diálogo y de la calidad democrática; incremento del interés político, en la democracia y sus formas; y, finalmente, la disolución de estructuras públicas abrazando un modelo de democracia distinto, se produciría un cambio de modelo a un modelo de democracia más deliberativa cuando no directa.

Los ciberpesimistas, parten de las brechas digitales en oposición a los optimistas. Advierten de la exclusión de la ciudadanía por la falta de tecnología y de acceso; las TIC pueden producir nuevas formas de exclusión; la tecnología produce una concentración en la toma de decisiones en la que son muy pocos los que toman decisiones condicionando la opinión pública, a modo de ejemplo las plataformas que dominan el 60/70% del mercado mundial tienen un poder que en último término afecta a la lógica de la democracia; el exceso de información y la información a la carta, como autoselección permanente con la connivencia de los algoritmos y junto a ello el efecto burbuja que fragmentan la sociedad y por ende la polarización que hace que transitemos de una democracia de las ideas a una democracia de las creencias; el favorecimiento de las TIC al control social inicialmente de los Estados pero actualmente ejercido también por las compañías en cuanto a la economía de la atención; la democracia del activismo en la cual determinados sujetos influyen de forma desigual y determinantemente en el proceso y que podría relacionarse con la inflación democrática de un activismo de baja intensidad; finalmente el peligro del exceso de información produzca apatía y/o desapego de la política al sentirse desbordado por tanta información en la que resulta difícil orientarse. Lo anterior nos llevaría a un modelo de intermediación y al fin de la de la democracia representativa.

Los moderados se sitúan entre los optimistas y los pesimistas y entienden que las tecnologías ayudan a acelerar los procesos y/o a aumentar el alcance sin que exista una transformación real de la política como consecuencia del impacto de las tecnologías. Entienden que la incidencia se da en las formas y no en el fondo. 

Como propuestas a estas circunstancias, Rafael Rubio, propone de forma complementaria a la ponencia anterior en atención a dos modelos democráticos: la democracia directa y la democracia racional.

Hay una primera evolución que ,como consecuencia del impacto de la tecnología, supone advertir una tendencia natural o directa a un modelo de democracia directa. El ejemplo de ello podemos verlo en las primarias de los partidos políticos o en las consultas populares, etc. y que plantean una crisis del modelo tradicional.

En segundo lugar, el impacto de la tecnología en la democracia se relaciona con el modelo de democracia racional. Partiendo del ideal democrático como democracia deliberativa que ha de dejar de ser un ideal democrático por no ser real en tanto que el hombre no es deliberativo fundamentalmente, plantea una crisis en las expectativas democráticas. Las tecnologías potencian las emociones, los sentimientos, como elemento de toma de decisiones políticas, tal y como ya apuntó Sartori, y por eso el modelo de democracia debe tomarlo en consideración a la hora de diseñar sus procesos e instituciones. De este modo nos adaptaríamos a la realidad para poder transformarla, concluye el ponente.

Tras las intervenciones el turno de preguntas abordando los diferentes puntos expuestos en atención a los intereses de los asistentes (ciudadanía digital, regulación en atención a los menores de edad, derechos en la comunidad global de internet, etc.) terminan de completar una jornada en la cual se pone de manifiesto la necesidad de seguir estudiando la incidencia de la digitalización en nuestros Estados y globalmente.

Finalmente toman la palabra las organizadoras del seminario para agradecer a los ponentes sus magníficas intervenciones y para emplazarnos a los futuros seminarios que se organicen por ambas instituciones CEPC e ICON-S Spain.

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