Hace unas semanas, en el Instituto Igualdad, tuvimos una conversación acerca de qué es lo que implica apostar por un constitucionalismo socialista en el contexto del proceso constituyente chileno. A continuación, expongo algunas de las ideas fundamentales que puse de relieve en este diálogo. 

Estamos en un tránsito paradigmático en el que comenzamos a salir de un modelo, pero aún no sabemos qué es lo que vendrá. Este tránsito, que estará mediado (solo en parte) por las nuevas cláusulas constitucionales, debe ser guiado por esfuerzos sostenidos de dotarlo de principios que orienten a la política en la interpretación del nuevo texto. Uno de esos horizontes normativos es el de un constitucionalismo socialista. Aquí asumo que el constitucionalismo socialista es aquel que tiene como objetivo desmontar las estructuras de opresión que obstaculizan la plena igualdad. Es un proyecto de redistribución de poder para alcanzar la justicia social. 

Si este es el objetivo, el constitucionalismo socialista debería propender a la superación del neoliberalismo. Y en este punto quiero detenerme especialmente. Para poder superar el neoliberalismo debemos tener claro un diagnóstico de qué implica. Si tenemos un diagnóstico equivocado, nuestra respuesta será incompleta. Aunque existen múltiples contornos en este debate, al menos debemos tener claro que el neoliberalismo no es solo un sistema económico o de producción, sino también un orden social institucionalizado, una racionalidad política, un sistema de vida (Laval, Dardot, Brown, etc.). ¿Qué significa esto?: una determinada concepción de la relación entre Estado y economía que irradia y coloniza toda nuestra organización. Para poder operar, este orden tiene ciertos elementos que funcionan como condiciones de posibilidad, es decir, son aquellos sin los cuales no podría darse la explotación para la acumulación de la riqueza:

  1. Tiene una concepción de la política que está al servicio de los intereses del mercado. A diferencia de lo que se piensa comúnmente, neoliberalismo no es “menos” Estado, por el contrario, es un Estado que interviene a favor del cumplimiento de la agenda de mercado neoliberal. Esto se hace a través de lo que se denomina la “inversión de la jerarquía democrática de los poderes”, es decir, es el poder económico el que delimita el campo de lo políticamente posible y se sustrae de la política las posibilidades de control y fiscalización, separando la economía de la democracia. Estos fenómenos vienen acompañados de un reforzamiento global de la inversión jerárquica, por parte de organismos que escapan también del control democrático. En el caso chileno este fenómeno resulta claro en cómo se ha interpretado nuestra Constitución económica como programa político y en un diseño democrático que ofrece pocos espacios para la deliberación pública, como viene apuntando hace años la crítica constitucionalista. 
  2. En segundo lugar, el neoliberalismo también se sustenta en un racismo institucional que permite no solo explotar a los/as trabajadores/as, sino también expropiar la fuerza de trabajo de los más vulnerables, aquellos desprovistos de protección política y que en el contexto contemporáneo son las personas migrantes o procedentes de pueblos originarios. Lo que hace este elemento es que redirige la lucha de clases orientándola no contra quien está arriba, sino como un conflicto de quien está abajo contra quien está todavía más abajo. Esta estrategia, que es global, la vemos también claramente en Chile cuando en el discurso público se quiere enfrentar a los/as trabajadores/as y no se visibiliza lo compartido que se encuentran esos destinos en un mismo sistema de explotación y expropiación de la fuerza trabajo.
  3. Se sustenta también en un trabajo reproductivo, de socialización y de cuidados      no remunerado y que posibilita el trabajo productivo, lo que ha sido visibilizado desde hace muchos años por las críticas feministas al marxismo. Las feministas han apuntado que el sistema capitalista solo ha podido funcionar bajo la condición de que hay un tejido social que se encarga del sostenimiento de la vida. Ello ha sido visibilizado con mayor fuerza a causa de la pandemia. Han sido las mujeres, en diversos roles, quienes han sostenido los cuidados y han sufrido de manera más intensa las consecuencias de la crisis. 
  4. Finalmente, el neoliberalismo también se nutre de una utilización parasitaria de la naturaleza bajo un dogma de crecimiento ilimitado. El dominio del mercado llega también a todo aquello que es necesario para el sustento de la vida. La lucha por el agua en Chile y las zonas de sacrificio son tal vez uno de los ejemplos más agudos de las contradicciones internas del neoliberalismo.

Estos cuatro elementos, que Nancy Fraser llama los Talleres ocultos del capital son los que debemos tener en consideración si queremos avanzar en la superación el neoliberalismo. En efecto, si este diagnóstico es correcto, el socialismo puede fallar el rumbo si hace descansar la aspiración de combatir al neoliberalismo      concibiéndolo      solo como un sistema económico y no como un orden social institucionalizado. Estas condiciones de posibilidad del neoliberalismo nos dan una visión ampliada de la lucha socialista. Ello supone que nuestro horizonte emancipador es el de un socialismo de profundización democrática, feminista, ecologista e internacionalista. 

Por ello, en el contexto actual, tenemos que resistir la tentación de pensar que solo con una cláusula de Estado social y democrático y reconocimiento de derechos sociales, podremos avanzar hacia un constitucionalismo socialista. Ambos elementos son condiciones necesarias, pero no suficientes. En este sentido, para avanzar realmente hacia un constitucionalismo socialista debemos también atender a los “Talleres ocultos del capital” y, por tanto, orientarnos a:

  1. Redistribuir el poder. Si no hay profundización democrática, aunque reconozcamos y garanticemos derechos sociales, como señala Rodríguez Palop, corremos el riesgo de seguir construyendo una sociedad clientelar, en que los derechos no empoderan, sino que se utilizan para silenciar. Cuando hablamos de redistribución de poder, hablamos de ampliar los espacios de participación y deliberación democrática en diferentes niveles y en los ámbitos público y privado. Esto permitirá, paulatinamente, ir devolviendo el poder político a las comunidades e ir colmando el vacío de derecho público en el que nos ha dejado el sistema neoliberal.
  2. Reconocer, valorar y redistribuir el trabajo reproductivo y de cuidados que sustenta el trabajo productivo. Se trata de reconocer el deber de cuidados como un principio de corresponsabilidad social e implica mandatar los poderes públicos a fortalecer el sistema de servicios públicos con acceso universal, atendiendo necesidades básicas de subsistencia. La idea de un Estado cuidador que han pensado las feministas, profundiza la idea de Estado social, al concebirnos como seres vulnerables que requerimos cuidados en diferentes etapas de nuestra vida.
  3. Sustraer de la lógica del mercado aquellos bienes comunes que son fundamentales para el sostenimiento de la vida. Ello implica asumir que los seres humanos somos eco-dependientes y que la justicia social no solo se da entre las generaciones presentes, sino también respecto de las generaciones futuras. La transición ecológica no debe estar reñida con un proyecto de redistribución.
  4. La migración es el campo de pruebas de todas nuestras convicciones igualitarias. No hay socialismo posible si no existe preocupación por quienes se han visto desprovistos de toda protección política. Una concepción robusta de la igualdad sin distinción de nacionalidad debe ser el eje orientador de una política socialista.
  5. Finalmente, es momento de asumir, como dice Ferrajoli, que el Estado es demasiado grande para las cosas pequeñas y demasiado pequeño para las cosas grandes. Por ello, un constitucionalismo socialista es también un socialismo de escalas, donde tanto las ciudades como la comunidad internacional son actores relevantes en el esfuerzo de redistribución del poder. La globalidad de la opresión nos exige dirigir nuestros esfuerzos a la cooperación internacional para limitar los poderes salvajes que gobiernan la esfera internacional y, a nivel local, debemos avanzar en estructuras que afiancen el control social sobre aquellos servicios que afectan directamente las condiciones de vida en la ciudad. El desafío es desarrollar los esquemas adecuados para el diálogo entre estas escalas. 

Una condición para que este horizonte sea posible es la solidaridad. Se ha afirmado de manera constante que el neoliberalismo habría fragmentado todas nuestras posibilidades de pensar lo común. Sin embargo, la revuelta social y el proceso constituyente en desarrollo han sido un ejemplo de resiliencia política. Siguiendo a     Albert Noguera, esto es una señal de que “incluso cuando el neoliberalismo se ha apoderado de la Constitución normativa, continúa existiendo una Constitución sociológica a partir de la cual los dominados presentan sus reivindicaciones de dignidad y fundamentan las formas organizativas de lo colectivo”.

Cuando se usa la palabra dignidad en las protestas en Chile, lo que podemos concluir es que lo que se está evocando es la lucha por el estatus de ciudadanía democrática y ello nos conduce a la idea de un proyecto común que evoca a la dignidad como consciencia de vulnerabilidad compartida ante un mismo sistema de dominación globalizado. Las socialistas, feministas, trabajadoras, migrantes y la naturaleza, somos compañeras en un mismo barco que intenta navegar en el océano neoliberal y ello es la base de posibilidad de un proyecto socialista. Pero la solidaridad también se construye políticamente. El proceso constituyente es un espacio donde esos lazos pueden desarrollarse desde las instituciones y también en contestación a las mismas, a través de una gran deliberación pública nacional. 

 En este tránsito, los principios de un constitucionalismo socialista enunciados operan como brújula y también como lentes para la sospecha que ayudan en el vértigo y alertan frente a posibles desvíos del rumbo. En su crisis actual, el neoliberalismo desarrolla mecanismos para sobrevivir y allí es donde tenemos que estar alertas. 


Cita recomendada: Constanza Núñez Donald https://www.ibericonnect.blog/perfil/constanza-nunez-donald/. “Principios De Un Constitucionalismo Socialista.” IberICONnect,7 de julio, 2021. https://www.ibericonnect.blog/2021/07/principios-de-un-constitucionalismo-socialista/.

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