La reforma judicial impulsada por el expresidente López Obrador ha suscitado un álgido y prolongado debate. Primero éste giró en torno a las deficiencias de los cambios propuestos, luego al desaseado proceso de aprobación y, recientemente, a las prácticas perniciosas que se presentaron en los poco concurridos comicios judiciales de junio pasado. No obstante, la tormenta continúa. Los retos son múltiples y oscilan entre la institucionalización de las relaciones entre las instituciones cúspide de la judicatura federal —Suprema Corte de Justicia, Tribunal de Disciplina Judicial, Órgano de Administración Judicial y Tribunal Electoral— y la permanencia de los funcionarios en sus […]