La última década ha estado teñida por el crecimiento exponencial de los movimientos feministas alrededor del mundo; donde antes había cientos de miles, ahora hay millones. En muchos países conservadores y autoritarios, como México, el feminismo se ha convertido en la oposición política más prominente de nuestro tiempo. En este contexto, una de las luchas que ha protagonizado el feminismo es en contra de la violencia sexual y la revictimización que la acompaña.  Una de las formas que hemos elegido para luchar es a través de la protesta; en este sentido una configuración de protesta performativa que se ha presentado en los últimos años en México son “los tendederos” de denuncias. Estos se han abierto camino en instituciones educativas tanto públicas como privadas de todo el país, siendo su aparición más común en las universidades mexicanas. 

Aunque las normas también se han visto permeadas por la lucha feminista, todavía existen leyes y principios aparentemente neutrales que crean relaciones legales desequilibradas. Los estándares probatorios concebidos para los delitos sexuales se traducen en una carga de la prueba imposible de lograr y un estigma social que aleja a las mujeres de denunciar. Se espera que las víctimas tengan pruebas que la naturaleza del delito les impide recopilar. De acuerdo con México Evalúa, en 2019, el 99.7% de la violencia sexual cometida contra mujeres (18 años y más) no fue denunciada a la policía. En la mayoría de los Estados, de las mujeres que sí deciden denunciar, ninguna logra que la policía abriera carpetas de investigación. 

Lamentablemente, estas estadísticas que tienen cara de revictimización y dolor, incluso se replican en los procesos extrajudiciales que algunas víctimas optan por buscar para obtener algún tipo de justicia. Ya sea denunciando en la escuela o en el trabajo, la revictimización y la persecución a las víctimas siguen presentes; la medalla de las políticas de “tolerancia cero al acoso sexual” que con tanto orgullo ondean las instituciones privadas, es solo una forma de “cumplimiento simbólico”. Están allí para mostrarle al público y a la ley que tienen políticas vigentes. Como insiste Elizabeth Tippett, la eficacia de estos procesos es secundaria. 

El estado actual de las cosas ha dejado a millones de mujeres heridas y enojadas. La constante injusticia, invisibilización y revictimización, el reforzamiento activo y proactivo del pacto patriarcal, ha llevado a las mujeres a buscar otras formas de justicia y reparación. Hemos encontrado entre nosotras el apoyo y el acompañamiento que el sistema nos niega.

Crédito de foto: Museo Universitario Arte Contemporáneo, (MUAC) Mónica Mayer “El tendedero”

Los tendederos de denuncias no siempre se dedicaron a denunciar por su nombre a hombres por conductas sexuales violentas. Se los puede rastrear hasta 1978, cuando la artivista de performance Mónica Mayer instaló por primera vez su obra de arte conceptual El tendedero en el Museo Mexicano de Arte Moderno. La obra de Mayer buscaba que las mujeres contaran sus experiencias sobre vivir en la Ciudad de México siendo mujeres; en esa exhibición del tendedero, la respuesta más común giró en torno al acoso sexual en las calles. 

Aunque la pieza de Mónica Mayer se ha reactivado en múltiples ocasiones desde entonces, no fue hasta el año 2018 que encontramos el primer tendedero de denuncias universitario. Hubo un cambio entre El tendedero y los tendederos de denuncias que lo sacaron de espacios controlados y preguntas predeterminadas y modificaron su propósito. Creo que ese cambio tiene que ver con dos prácticas feministas: las redes de susurros y una de sus manifestaciones, el movimiento #MeToo de 2017.

Como expone Deborah Tuerkheimer, el movimiento #MeToo puede describirse como la viralización de una red de susurros. Ambos son “canales de información no oficiales destinados a crear espacios seguros para que las mujeres cuenten sus experiencias de violencia sexual”. Los tendederos de denuncias son una manifestación de una red de susurros en el espacio público, pero va acompañada de un ritual, instaurado por su antecesor El tendedero; las mujeres van y cuelgan su “ropa sucia” para que la comunidad la vea. Lo que es personal se vuelve político. El trauma individual se convierte en una preocupación de seguridad pública, un problema estructural que debe ser reconocido.

Crédito de foto: Museo Universitario Arte Contemporáneo, (MUAC) Mónica Mayer “El tendedero” 1978

En México, los tendederos se han alojado mayormente en las universidades, donde estudian o trabajan tanto la persona acusadora como la persona acusada. El primer tendedero que fue noticia nacional se instaló en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, en 2018. Fue orquestado por la asociación feminista Colectiva Violetas FES Aragón. Al igual que el movimiento #MeToo en 2017, los tendederos de denuncia -desde su primera viralización en 2018- han sido objeto de constantes críticas por parte de la prensa, las comunidades en las que están instalados y la sociedad mexicana. Las mujeres que eligen compartir sus experiencias de violación, agresión o acoso a través de tendederos son consideradas mentirosas, y los hombres acusados ​​son vistos como víctimas. La reacción habitual de las autoridades es pedirles a las mujeres que revelen su identidad y presenten una denuncia formal para iniciar cualquier mecanismo que ofrezcan.

Sin embargo, los beneficios de los tendederos son muchos. Szymanski ha concluido que las mujeres adultas tienden a tener un proceso de sanación más exitoso del trauma de la violencia sexual cuando pueden expresar sus emociones, compartir sus historias, recibir reacciones de apoyo de las demás y recuperar la sensación de poder y control a través del activismo. La naturaleza empoderadora de la acción feminista mitiga el trauma de los eventos sexistas en la vida de las mujeres.

Por supuesto, ni el movimiento #MeToo ni los tendederos de denuncia se orquestaron solo por sus efectos terapéuticos en las víctimas. Son parte de activismos que buscan romper la complicidad generalizada. Incluso la mayoría de las veces, pueden hacer lo que la ley no hace: cambiar la narrativa y obligar a las autoridades a actuar para restaurar el orden social.

A pesar de los beneficios mencionados, los tendederos son muy controvertidos y han enfrentado reacciones violentas por parte de una sociedad que alega el derecho al debido proceso y la presunción de inocencia de los acusados. Pero es importante recordar que los requisitos procesales del derecho penal no se aplican a la protesta, simplemente porque no se trata de un juicio penal. Cuando se juzgan los tendederos con las exigencias procesales del derecho penal, no se hace más que privilegiar a los ya privilegiados agresores. 

Otro reclamo que a menudo se hace contra los tendederos es que seguramente están llenos de acusaciones falsas. El Centro Nacional de Recursos sobre Violencia Sexual de Estados Unidos, ha señalado que entre el 2% y el 10% de las denuncias oficiales se clasifican como falsas, pero este porcentaje no solo da cuenta de las mujeres que mintieron sobre haber sido agredidas sexualmente, también da cuenta de casos donde no se pudo llegar a juicio por causas inherentes a la naturaleza de los delitos sexuales. Por supuesto, es posible que dada la no oficialidad de los tendederos, el porcentaje de denuncias falsas sea más alto que el presentado en las denuncias formales, pero ¿dónde trazamos la línea? ¿Cuándo consideramos que la seguridad sexual de las mujeres, su derecho a una vida libre de violencia, al acceso a la justicia y a la reparación es más importante que la imagen pública? Hay 12 millones de mujeres en México que sufren violencia sexual cada año y aun así, la sociedad está mucho más preocupada por la reputación de hombres “respetables” no identificados y difusos que podrían o no estar siendo acusados falsamente en un acto de protesta que por las víctimas y su posibilidad de aliviar la angustia emocional causada por el trauma que conlleva experimentar una violación, acoso y/o agresión sexual.

Por tanto, los tendederos de denuncia son una manifestación performativa del derecho constitucional a la protesta. No son ilegales, pero sí incómodos. Son la disrupción frente a ideas hegemónicas de poder. El derecho a la protesta no es más que el derecho a exigir la restitución de los derechos de los que el Estado nos ha despojado. 

Dado que las mujeres que usan tendederos comparten sus historias y protestan en forma de mensajes escritos, también deberían estar protegidas por la libertad de expresión. Si bien las reglas de la libertad de expresión no siempre se aplican a las controversias entre individuos, los tendederos tratan sobre temas de interés público y opresiones sistémicas, las que son especialmente relevantes en el debate democrático. El menoscabo del “derecho a la honra” de un hombre denunciado en un tendedero responde a la falla sistématica del Estado y de las instituciones privadas que actúan como autoridades para hacer justicia a las mujeres, y toda ley que no dé cuenta de eso es solo una forma compleja de discriminación indirecta.

Entonces, ¿qué hacemos con los tendederos de denuncias? Los colgamos. Los protegemos. Los escuchamos.


Cita recomendada: María Fernanda Ramos Araujo, “Los tendederos de denuncias: un poco de historia y mucho de derechos”, IberICONnect, 8 de marzo de 2022. Disponible en: https://www.ibericonnect.blog/2022/03/los-tendederos-de-denuncias-un-poco-de-historia-y-mucho-de-derechos/

Print Friendly, PDF & Email

5 thoughts on “Los tendederos de denuncias: un poco de historia y mucho de derechos

  1. Hola Fer, me encantó todo el artículo. Una pregunta, ¿Qué hay de qué los tendederos se hagan de manera virtual? Siguen siendo acciones protegidas por la libre expresión? Supongo que no deja de ser un acto político y público. La única diferencia es la virtualidad.

    ¿Las mujeres podemos estar seguras de hacerlo de manera virtual? Gracias y mucho éxito

  2. Hola soy una madre desespera ya que un matrimonio que asiste a una iglesia cristiana abusaron de mi hija ella se en cargo de llevar a mi hija para que su esposo abusara sexualmente de ella de esto ya va en curso un año y meses hicimos la de nuncia correspondiente pero no hay ningún avance les pido ayuda porfavor

  3. Qero denunciar al agresor es el marido de mi hermana dijo q le iba a cortar la cabeza con un machete y ella permite todo eso y eso es feminisidio el llega drogado y la golpea de Lante de sus tres niñas menores de edad por favor ayúdame no se q Haser aremos gusticia contra este delito de feminisidio

  4. Aun la libertad de expresión y de protesta tiene límites, lee el Artículo 6o de la Constitución, aunque deberías haberlo leído antes de escribir tu artículo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *