El domingo 28 de mayo se celebraron en España elecciones municipales y elecciones a los Parlamentos de doce de las diecisiete Comunidades Autónomas. En ellas hubo un rotundo éxito de la derecha del espectro político: un triunfo del Partido Popular (PP) y, en menor medida, de Vox (partido de extrema derecha), cuya asistencia a buen seguro será necesaria para que los populares puedan acceder a buena parte de los gobiernos. El único territorio en el que predominó el PSOE fue Cataluña, pero perdió otro de sus antaño bastiones tradicionales: Andalucía.

Quienes estábamos llamados a las urnas teníamos el cometido de elegir a concejales y diputados autonómicos, si bien las elecciones fueron planteadas en gran medida en clave nacional, presentándose como un anticipo de las generales que, en un principio, estaban previstas para el mes de diciembre. Así, fueron vistas como un instrumento para calibrar el respaldo mayor o menor a la coalición de gobierno formada por el Partido Socialista (PSOE) y por Unidas Podemos. Y, por consiguiente, para medir las posibilidades de una próxima alternancia. De esta manera, la lectura iba a efectuarse en términos bien de apertura de un nuevo ciclo político, bien de capacidad de resistencia.

Prácticamente todas las encuestas daban ganador al PP, como así ha ocurrido. La duda, por lo tanto, giraba en torno al alcance de ese triunfo y, especialmente, a si el mismo permitiría la conformación de nuevas mayorías, con el referido apoyo de Vox. La relevancia de los resultados obtenidos radica en que en todos los lugares en los que cabía la posibilidad cierta de cambio, este va a materializarse. Con este planteamiento, la consecuencia inevitable es la de entender que se ha infligido un castigo al presidente Pedro Sánchez.

¿Qué ha ocurrido una vez conocido el mensaje de las urnas y, concretamente, a partir de las 11 de la mañana del día siguiente, 29 de mayo, cuando Sánchez anunció que iba a disolver las cámaras y a convocar elecciones anticipadas para el 23 de julio? Trataré de ensayar algunas posibles interpretaciones.

  1. La declaración de Sánchez presenta una primera lectura, que podríamos denominar ‘sencilla’ o ‘simple’: el presidente asumió su responsabilidad, lamentó que gestiones de otros políticos socialistas no hubieran podido ser valoradas en sí mismas y, en consecuencia, convocó a la ciudadanía a expresar directamente su opinión. Inicialmente, la noticia causó estupor no solo por lo que tenía de sorpresiva, sino por entender que las elecciones se planteaban en el peor momento posible para los intereses del presidente Sánchez. En lugar de tratar de coger aire hasta diciembre –abrigado además por la presidencia española del Consejo de la Unión Europea o por el recuerdo de un Rodríguez Zapatero que perdió las municipales y autonómicas de 2007 pero que ganaría las generales de 2008–, lanzaba un órdago con las peores cartas posibles. ¿Por qué?
  1. En el tiempo de la turbopolítica y de la aceleración de la información, la comparecencia del presidente provocó que la noticia del triunfo electoral tuviera una vida de doce horas aproximadamente, siete u ocho de las cuales la población las dedicó a dormir. Esto da un resultado de unas cinco horas de duración. Es decir, lo que hizo Pedro Sánchez fue llevar a cabo un giro de guion haciéndose con el control narrativo, marcando el calendario y desviando la atención a la siguiente estación.
  1. Los resultados del 28 de mayo demuestran la existencia de una amplísima corriente favorable al cambio. Este va a tener lugar en las correspondientes instituciones, pero Sánchez va a intentar cerrar la presa para evitar que siga saliendo el agua, esto es, para evitar que se consume el citado cambio de ciclo. Uno de los factores que pueden asistirle es que, a pesar de todo, se mantiene un importante apoyo al PSOE. De esta manera, existen lugares en los que este partido apenas ha acusado –si lo medimos en número obtenido de representantes– los años de gobierno. Muy relevante es asimismo el ejemplo ofrecido por la Comunidad Valenciana. Se repitió durante la campaña que quien ganase allí, ganaría las próximas elecciones generales. Que el PP recupere esa Comunidad representa, ciertamente, todo un símbolo y es muestra de muchas páginas que se pasan y de una nueva etapa que se abre. Pero todo ello ocurrirá habiendo crecido cuatro escaños los socialistas en las Corts valencianas. También hay otro territorio –tradicionalmente relevante para asegurar los triunfos del PSOE en las elecciones generales y de enorme peso poblacional–, como es Cataluña, en donde solo se celebraban elecciones municipales y en donde los socialistas catalanes han recuperado una amplísima y muy importante cuota de poder municipal, principalmente en las capitales. Datos como estos pueden ayudar a entender el porqué de la decisión de Sánchez.
  1. En relación con lo que acabo de comentar, puede ser interesante detenernos brevemente en el sistema de partidos. Con todas las apostillas y matizaciones que cabe realizar, y siempre bajo la mirada atenta de Sartori, podría afirmarse que en España se pasó de un bipartidismo imperfecto a un pluripartidismo limitado. Este último, sin desaparecer, ha devenido en un bibloquismo. Un bibloquismo que, a su vez y si atendemos a los resultados del 28 de mayo, experimenta un repunte bipartidista. Es decir, al tiempo que se mantienen los dos bloques, la importancia en ellos del PP y del PSOE, respectivamente, crece. Sin embargo, ambos seguirán necesitando apoyos para articular mayorías de gobierno. De esta manera, puede haber éxitos tramposos o resultados más o menos aceptables de los que no obtener mucho rendimiento. Esto último ha podido ocurrirle al PSOE en las municipales y autonómicas porque –aunque hemos visto que ha resistido en algunos lugares– ha carecido sin embargo de socios con los que contar de un modo eficiente. Me refiero fundamentalmente a Podemos, su principal aliado, que ha obtenido unos resultados muy pobres. Si el PSOE aspira a mantenerse en La Moncloa, sabe que necesita un equilibrio y que existe un tope de crecimiento con respecto a Podemos y a los partidos del espectro de la izquierda. Esto es así porque necesita que los demás tengan también unos buenos resultados, aunque los suyos propios sean algo peores. Sumar –la plataforma encabezada por la vicepresidenta Yolanda Díaz– va integrando diversos partidos en los diversos territorios, pero mantenía un desacuerdo que no llegaba a desbloquearse con Podemos. Pese a los magros resultados de estos en las recientes elecciones, su incorporación a Sumar es necesaria para aspirar a, precisamente, sumar con el PSOE. Aunque pueda resultar paradójico a primera vista, el movimiento de Sánchez –al plantear unos plazos tan perentorios– parece obligar a alcanzar unos acuerdos que, en otras condiciones, quizás no habrían llegado o lo habrían hecho tras una mayor escenificación pública de conflictos, egos y discrepancias.
  1. Y llegamos al fin a la que posiblemente sea la interpretación de mayor peso. El 17 de junio se constituirán los ayuntamientos y se elegirá a los alcaldes y alcaldesas. Ese día asistiremos a la visualización en multitud de consistorios de los pactos alcanzados entre el PP y Vox. Asimismo, la campaña electoral –del 7 al 21 de julio– va a coincidir con las negociaciones para sacar adelante los gobiernos autonómicos y con los procesos de investidura. Por lo pronto, el anuncio de Sánchez ya ha provocado que el Partido Popular trate de ensayar soluciones diferentes a la de unirse a Vox. Veremos qué recorrido puede haber. Probablemente, se intenten demorar los acuerdos lo máximo posible, aunque hay Parlamentos autonómicos con plazos más tasados en los que esa operación puede quedar al descubierto con mayor claridad. También parece que en muchos consistorios el PP va a acceder a las alcaldías como partido más votado y a demorar arteramente a un momento posterior a las elecciones generales unos acuerdos más sólidos con Vox e incluso probablemente su entrada en los gobiernos municipales. En todo caso, lo que el presidente busca es plantear los comicios como la elección entre dos modelos, siendo uno de ellos el representado por los acuerdos del PP con la ultraderecha. En una pirueta, Pedro Sánchez quiere aprovechar esa imagen –que no es sino la plasmación de su derrota– como el antimodelo y el elemento catalizador a la hora de movilizar el voto.

Cita recomendada: Enrique Cebrián Zazurca, «Posibles interpretaciones de una convocatoria electoral», IberICONnect, 8 de junio de 2023. Disponible en: https://www.ibericonnect.blog/2023/06/posibles-interpretaciones-de-una-convocatoria-electoral/

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