
Uno de los desafíos de las sociedades contemporáneas, que se sitúa en las prioridades de las agendas públicas en todos los niveles de gobierno, es la transformación digital. El avance de las tecnologías disruptivas (inteligencia artificial, internet de las cosas, blockchain, entre otras) se produce ahora a una velocidad de vértigo y un nuevo contrato social resulta necesario. Ese contrato social digital de naturaleza constitucional ha de partir de un proceso de reflexión para llegar a acuerdos que plasmen la posición que asumimos ante fenómenos de tamaña envergadura como, por ejemplo, el uso de las neurociencias con finalidades terapéuticas o, […]